Sobre el invierno, la Navidad, la Tierra y el ser humano.

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"El cielo viene sobre la Tierra, Dios viene a habitar el corazón de los hombres…

¡Prestad atención! ¡Abridle la puerta!"

El solsticio de invierno es un momento de renovación, de cambio y transformación, así que siento que es el momento perfecto para que todos podamos hacer un pequeño giro en nuestro camino y andarlo de forma más consciente. No solo celebramos la llegada de la luz, también abrazamos la oscuridad, aceptamos nuestras sombras como parte de la vida. Es el inicio de nuestro camino de retorno hacia la luz.

“De la descripción que hicimos, sabemos que, con la entrada del otoño, tiene lugar un a modo de inhalación, de verdad inhalación espiritual de la Tierra: están siendo aspirados al regazo de la Tierra, los seres elementales que han encontrado su camino hacia afuera en el tiempo del estío, que luego retroceden cuando llega la fiesta de Micael, y continúan retrocediendo más y más, hasta que, en el apogeo del invierno, llegan a su más íntimo vínculo con el interior de la Tierra.

De todo esto, podemos formarnos la idea de que, precisamente en el invierno, la Tierra es una entidad más contenida, más encerrada en sí. Del universo ha recogido todo lo espiritual que había proyectado hacia afuera durante el verano. Así que, durante la plenitud del invierno, es cuando la Tierra es más Tierra, cuando revela su verdadera sustancialidad”.

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Texto extraído del libro de conferencias de Rudolf Steiner: “Convivencia con el ciclo del año en cuatro Imaginaciones cósmicas”

Aprender a ver la vida y la celebración de fiestas desde su parte externa e interna nos ayuda a ver cómo materia y espíritu se complementan, aunque para la mente parezcan contradicciones.

¿Dónde está la vida de la Tierra en primavera? Afuera, se manifiesta en el exterior de su Cuerpo Terrestre. Ha explotado la vida interior, ha sido lanzada al exterior y podemos observar la manifestación de esa explosión en los bellos colores y en el reverdecimiento de las plantas.

¿Y qué pasa en el interior de la Tierra?… ¡¡que se queda vacía!!… y en el verano culmina ese vaciarse de fuerzas vitales. Vida, plenitud a fuera. Muerte, vacío adentro.

¿Dónde está la muerte, lo vacío, y la vida en invierno? Afuera todo está paralizado, sin vida. En las zonas de auténtico invierno esto es más evidente que en el mediterráneo. Sin embargo, en el interior las fuerzas vitales de la Tierra la colman, están silenciosamente retenidas dentro de ella, esperan resguardadas y protegidas la próxima manifestación primaveral; el interior está muy activo, lleno de vida. Así, la materia y el espíritu están juntos en invierno, cuando nosotros celebramos Navidad. La Tierra es más Tierra.

También en el ser humano se evidencia el mismo proceso. Si estamos totalmente fuera entregados a la luz y a la naturaleza, dentro en nuestro interior, quedamos vacíos. Exhalando nuestra manifestación interior quedamos dentro sin espíritu, dormimos en el interior… Pero, ¡qué hermosa es la exhalación de nuestra alma en verano, al igual que la exhalación de la Tierra! … necesaria para los ritmos vitales es esa respiración anímica… y ahora en invierno, en Navidad, qué hermoso inhalar nuestra alma, nuestra vida anímica y nuestro elemento espiritual, nuestra individualidad, nuestro Yo y vivir interiormente las cualidades no materiales de nuestro Ser.

Una posibilidad única nos brinda el invierno con la festividad de la Navidad cuidando y viviendo en esta época con plenitud interior nuestros más altos ideales en la relación humana, porque cada año, en esta época de invierno, en Navidad el Ser Humano es más Ser Humano.