¿Has tenido un mal día?

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                                                    ¿Has tenido un mal día? 11 trucos para no pagarlo con tus hijos.       

En el día a día, con las tensiones cotidianas, el mal humor en casa puede llevar a situaciones y momentos no deseados. Hay algunos trucos muy prácticos para evitar que el estrés y la ansiedad laboral o personal sean desencadenantes de malos ratos en el hogar.

Si cuando llegamos a casa el niño o el adolescente aún no ha hecho la tarea, podemos irritarnos. Si no quiere comer o tiene una pataleta, es muy probable que perdamos el control. También ocurre cuando estamos muchas horas lidiando con los pequeños. Sabemos que no debemos gritarles ni maltratarlos, pero a veces podemos explotar y pagarlo con nuestros hijos. Todo esto se potencia si venimos de un día ajetreado y tenso en el trabajo. Tranquila: aquí te ofrecemos algunas sugerencias para lidiar con esta situación.

Básicamente, todo es cuestión de autocontrol y de enfocar los objetivos. Si tenemos claro lo que queremos de los hijos, será más fácil alcanzar la meta. Que coman, que hagan los deberes o que se aseen son situaciones que pueden desencadenar en trifulca si no sabemos cómo tratarlas.

Una respiración diafragmática es un buen comienzo; tomar aire por la nariz y expulsarlo por la boca oxigena el cerebro y nos relaja.

De manera simultánea, trata de reconocer que estás de mal humor y por qué. Una vez identificada la causa, buscarle una solución es lo ideal. Si las escaramuzas matutinas tienen que ver con que todos están retrasados para salir al colegio, levantarse más temprano será el correctivo.

El estrés es uno de los factores que inciden en la hiperprolactenia. “La personalidad es de ellos y los valores, nuestros”.

Es importante no imponer tus criterios si no es necesario. Quizá sea mejor enfocarse en que haga las tareas y no en un baño, que puede concretarse más tarde. Si quieres compartir ideas en la mesa con tus hijos, permíteles expresarse, hablar, no insistas en que se queden quietos.

Desconéctate y reconoce sus limitaciones.

Antes de llegar a la casa, o ya en tu hogar, lo mejor es buscar espacios de soledad y aislamiento que te permitan calmarte y relajarte. Escucha tu música favorita o simplemente cierra los ojos y descansa.

Si los niños están seguros y la pareja en casa, esto será más sencillo; utiliza toallas de agua fría sobre el rostro para bajar las tensiones.

Reconocer las propias limitaciones hará más fácil la tarea. Es difícil destacar, en simultáneo, como mamá, como ama de casa, trabajadora y en la cocina. En algún momento se puede colapsar si no se tiene claridad de hasta dónde se puede llegar.

Solos o con ellos

Para prevenir tensiones, es conveniente dedicarse espacios personales, al menos una vez a la semana, para compartir con amigos, allegados o practicar deportes. Alejada del estrés del trabajo o de la casa, disfrutar esos momentos de esparcimiento te proporcionará satisfacción y bienestar personal.

También es necesario compartir con los hijos. Hacer que esos ratos sean frecuentes y de calidad minimizará las confrontaciones, los hará más cercanos y más capaces de comprenderse.

Pide perdón, no descalifiques

Las disculpas o las peticiones de perdón serán bien recibidas si, finalmente, no logras controlar tu mal humor. Es conveniente que el niño o el adolescente entiendan lo que motivó el ataque de ira y que no se sienta culpable.

Las muestras de cariño son esenciales para la sociabilidad de los pequeños.

Es indispensable evitar descalificativos contra tus hijos. Frases como “No haces nada bien”, “Eres un inútil” o “No sirves para nada” hacen mucho daño y no aportan ningún beneficio. En lugar de entender por qué su madre está molesta, creerá que él es el responsable de todos los males, lo cual tendrá repercusiones de cara a futuro.

Los padres, ejemplo para sus hijos

Por lo general, los hijos seguirán el ejemplo de sus padres; lo que hagamos hoy, ellos lo harán mañana. Si les gritamos o los maltratamos, ellos lo harán con sus hijos. Si los despreciamos o los acusamos, lo mismo ocurrirá dentro de unos años.

En cualquier caso, siempre será posible empezar de nuevo. Hacer una pausa, reflexionar cuando se ha tenido un mal día y relajarse de alguna forma. Los beneficios serán palpables y te vas a sentir mucho mejor contigo misma.